Aun y cuando algunos hijos son adoptados en su nuevo hogar, no logran aceptar cuán redentora es la nueva oportunidad que tienen junto a un padre que los escogió para amarlos. En lugar de eso, algunos de estos hijos adoptivos siguen creyendo y actuando basado en los mismos patrones que tenían cuando eran huérfanos. Lo mismo podría ocurrir con los hijos adoptivos de Dios. ¿Qué es entonces lo que nos hace abrazar este nuevo estatus de hijos de Dios?