Aunque está a punto de morir, Jesús no solo eleva una oración al Padre por sí mismo, sino que también ora al Padre por los que han estado con él a través de esta jornada. Dios nos da la oportunidad de no solo orar por nosotros mismos, sino también orar por los que comparten con nosotros el gran privilegio de traer el reino de los cielos a la tierra. Orar unos por otros es una de las características de los discípulos que se aman entre sí.